¿Con qué rapidez se mueve la innovación empresarial? La velocidad a la que transcurre el tiempo es relativa, hay momentos concretos en los que puede parecer que no avanza, que se ha estancado, mientras que en otros corre a una velocidad pasmosa. Especialmente cuando pensamos en el pasado, todo parece lejano y cercano a la vez. Algo similar ocurre con la innovación.
Si bien día tras día aparecen noticias de increíbles avances, rara vez estos traspasan la pantalla. Podría decirse que los avances no suelen estar a pie de calle cuando los anuncian, lo que puede dar una falsa sensación de lentitud al respecto y hacer que algunas personas le resten importancia.
Esto puede suponer que ciertas personas dedicadas al mundo de los negocios se relajen y no le den la importancia que tiene, pensando que no es necesario adelantarse a los demás, que con lo cambiante que se ha vuelto el presente no es conveniente invertir en el futuro o que relegan a segundo plano la innovación de sus negocios. Me temo que estas posturas pueden constituir un error fatal para la empresa, pudiendo afectar a su competitividad.
En mayor o menor medida, las empresas suelen desarrollar una estrategia que les conduzca a la consecución de sus objetivos. La innovación es una herramienta más que trata de acelerar y mejorar ese camino. Una empresa que no innova está condenada a no mejorar y, por ende, corre el riesgo de fracasar. Renovarse es crucial para la supervivencia de cualquier empresa, ya sea en sus procesos internos, propuestas de valor u otros factores, ajustándose siempre al entorno en el que compite y a sus necesidades particulares, no existe una fórmula universal que funcione para todas las empresas.
Hay que tener claro que en ningún caso debe innovarse por innovar, pues podría dar lugar a un desaprovechamiento de los recursos invertidos. La decisión de hacerlo y en qué debe ser resultado de un estudio de factores internos y externos, con su posterior reflexión y efectiva puesta en marcha. Este proceso puede suponer un esfuerzo más para la empresa, pero permite obtener, si se ha hecho correctamente, unos mejores resultados con el tiempo, gracias a las mejoras que la acompañen.
No debe obviarse, a su vez, los efectos positivos secundarios que puede acarrear en una empresa, siendo en ocasiones consecuencia directa de los beneficios principales, como la mejora de la imagen y reputación que supondrá a la propia organización, lo que atraerá a potenciales clientes interesados y fidelizará a los actuales.
En conclusión, podría decirse que la innovación actúa como la primera ficha del efecto dominó, lanzarla contra la siguiente hará caer todas las demás, consiguiendo mejorar muchas de las facetas del negocio. Renovarse puede resultar intimidante y, por supuesto, supone un riesgo, pero quedarse obsoleto es peligroso en la misma medida, y ahí no hay posibilidad de sacar un beneficio.
Bibliografía
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